lunes, 23 de enero de 2012

Después de 18 años


Hace unos meses tuve la oportunidad de conocer a una chica por medio de las redes sociales. La llamaremos Lucía, para proteger su privacidad.

Lucía aparecía en las fotos con un hermoso cabello corto color rojo, ojos verdes, tez clara. En una palabra una chica muy bonita, además de que se veía que era muy sensual. Total que empezamos a platicar por ese medio, y quedamos un día de salir a tomar algo.

Pasé por ella a donde habíamos quedado. Llegó puntual. Vestía unos jeans ajustados, una playera igual de ajustada que dejaba ver unos senos turgentes y generosos. Subió a mi camioneta, nos besamos en la mejilla y nos fuimos a buscar un lugar donde tomarnos algo.

En el camino platicamos y vimos que la química se daba perfectamente. Finalmente decidimos ir a mi casa a tomarnos algo con más tranquilidad y para no exponer nuestra seguridad, dado que últimament han estado pasando cosas feas en Zacatecas.

Entramos, tomamos, platicamos y finalmente nos abrazamos. Poco a poco comencé a tocarla, a acariciarla, a descubrir su piel. Ella empezó a gemir y me pedía que ya no lo hiciera, pero al mismo tiempo se acomodaba para sentir mejor mis caricias. Me decía que hacía ya 18 años desde la última vez que lo había hecho.

Yo la besaba y la acariciaba. De cuando en cuando le acariciaba el clítoris para ponerla más caliente. Luego de un rato ella ya no aguantó más y se abrió el pantalón para que mis dedos pudieran acariciarla mejor. Yo aproveché esto para despojarla del resto de su ropa, mientras ella me quitaba la mía. Así desnudos seguimos tocándonos y besándonos. Yo no quería apresurar el momento. Quería sentirla lentamente, que pidiera a gritos el que se la metiera.

Sentía como sus jugos escurrían a borbotones de su vagina a cada caricia. Se notaba que estaba sumamente necesitada de chile.

Luego le abrí las piernas y comencé a chuparle el clítoris. Ella gemía como desesperada y me decía que nunca había hecho algo así. Finalmente se vino en mi boca. Sus jugos caían y me empapaban.

Luego subí y acomodé mi verga en su caliente vagina, presionando poco a poco pues estaba muy estrecha, hasta que finalmente cedió y mi pene entró lentamente, sin lastimarla. Lucy gemía ante cada embate.

Se lo hice lentamente, sin apresuramientos. Quería que disfrutara cada centímetro de carne dentro de ella. Luego ella comenzó a tomar el ritmo y así seguía y seguía. Se vino otras tres veces así, antes de que cambiáramos de posición.

Cuando estaba cambiándola, ella se agachó y me dijo "siempre he querido mamar un pene", y sin más ni más comenzó a metérselo en la boca, al principio tímida, pero después me lo chupó como desesperada, parecía que quería acabárselo a mamadas.

Cuando sentí que estaba por venirme le dije que se acomodara de perrito y en esa posición se la dejé ir completa, en un solo movimiento. Lucy gemía ante mis embates, sintiendo mis manos tomarla de la cintura y acariciarle por tiempos sus nalgas. Ambos estábamos empapados de sudor y de otras cosas.

Finalmente sentí que estaba por venirme y cuando se lo dije me pidió "vente adentro papito, estoy arreglada, no hay problema en que te corras dentro de mi, déjame sentir tu leche calientita". Ante esto incrementé la velocidad de mis movimientos y cuando sentí que estaba por venirme la agarré con fuerza de su cintura y se la clavé en un último movimiento mientras me vaciaba en esa puchita ávida de carne. Ella soltó un grito y se vino junto conmigo.

Finalmente nos acostamos y cuando acordamos ya había amanecido. Amanecimos abrazados los dos, cansados pero felices después de 11 orgasmos de ella y uno mío.

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